EL ALMA DEL SUBURBIO...
(poema)
El
griego musicante ya desafina
En
la suave habanera provocadora,
Cuando
se anuncia a voces, desde la esquina
«El
boletín — famoso — de última hora».
Entre
la algarabía del conventillo
Esquivando
empujones, pasa ligero,
Pues
trae noticias, uno que otro chiquillo
Divulgando
las nuevas del pregonero.
En
medio de la rueda de los marchantes
El
heraldo gangoso vende sus hojas...
Donde
sangran los sueltos espeluznantes
De
las acostumbradas crónicas rojas.
Las
comadres del barrio, juntas, comentan
Y
hacen filosofía sobre el destino...
Mientras
los testarudos hombres intentan
Defender
al amante que fue asesino.
La
cantina desborda de parroquianos
Y
como las trucadas van a empezarse,
La
mugrienta baraja cruje en las manos
Que
dejaron las copas que han de jugarse.
Contestando
a las muchas insinuaciones
De
los del grupo, el héroe del homicidio,
De
que fueron culpables las elecciones
Narra
sus aventuras en el presidio.
En
la calle, la buena gente derrocha
Sus
guarangos decires más lisonjeros,
Porque
al compás de un tango
Que
es «La Morocha»,
Lucen
ágiles cortes dos orilleros.
La
tísica de enfrente, que salió al ruido
Tiene
toda la dulce melancolía,
De
aquel verso olvidado pero querido
Que
un payador galante le cantó un día.
La
mujer del obrero, sucia y cansada
Remendando
la ropa de su muchacho,
Piensa,
como otras veces, desconsolada
Que
tal vez el marido vendrá borracho.
Suenan
las diez. No se oye ni un solo grito,
Se
apagaron las velas en las bohardillas,
Y
el barrio entero duerme como un bendito
Sin
negras opresiones de pesadillas.
Devuelven
las oscuras calles desiertas
El
taconeo tardo de los paseantes,
Y
dan la sinfonía de las alertas
En
su ronda obligada, los vigilantes.
Bohemios
de rebeldes crías sarnosas
Ladran
algunos perros sus serenatas,
Que
escuchan, intranquilas y desdeñosas
Desde
su inaccesible balcón, las gatas.
Soñoliento,
con cara de taciturno
Cruzando
lentamente los arrabales,
Allá
va el gringo... ¡Pobre Chopín nocturno
de
las costureritas sentimentales...!
¡Allá
va el gringo! Como bestia paciente
Que
uncida a un viejo carro de la Harmonía,
Arrastrase
en silencio, pesadamente
El
alma del suburbio, ruda y sombría...
Letra
: Evaristo Carriego (Evaristo
Francisco Estanislao Carriego)
Música
: ---
(colaboración
enviada por el amigo Osvaldo Francella. 08-2017)