CONVOCATORIA A MIS ACREEDORES TANGUEROS

(Poema)

 

 

Quiero convocar aquí y ahora

A los duendes misteriosos que pueblan de recuerdos y nostalgias,

Cada paso de esta vida

Donde pareciera que nada nos viene de prestado.

Llamo a Malena, que canta el tango como ninguna,

Y a la otra, a la que no tenía oído ni para el arroz con leche,

A Juana, la rubia que tanto amé,

A Mireya, que casi me suicido una noche por ella

Y  hoy es una pobre mendiga harapienta.

A Esthercita y a Mimí como a Ninón,

A la mujer absurda que desayuna sobre el mármol helado.

A Porteñito y a Mano Blanca, trotando por Centenera y Tabaré.

A la que espero recostao en la vidriera, en las noches de Pompeya,

A la rosarina linda y a la porteñesa rea.

Al viejo ciego, que fuma, fuma y fuma, sentao en el umbral.

A la del Trianón de Villa Crespo, que le mete al champán porque la vida se le escapa

Y a la que sus locuras sólo fueron pompas de jabón.

A la madam, que entre tango y mate, alcé de París

Y al viejo criado que por la voz tan sólo me reconoció.

A Traverso, el cordobés y el Noy,

El Pardo Augusto, Flores y el morocho Aldao.

A la que nunca tuvo novio, pobrecita

Y a la muñeca maldita castigo de Dios.

A Claudinette, en la medianoche parisina

Y a la rara, como encendida, que hallé bebiendo, linda y fatal.

A Pancho Alsina y a Balmacea, en Suárez y Necochea,

O en Barracas, o en Portones, o donde ellos quieran.

A Rosa, la milonguita, a la paica Rita y a la rubia Margot.

Al viajero que huye, y que tarde o temprano detiene su andar.

A la de las trenzas con el color del mate amargo,

A Peggi, Betti, July y Mary, rubias de Ñu York.

Al que fue en cana por haber robado un cacho ´e pan.

A Pepo el cantor, al rosarino Taboada,

Al pibe que soñó hacer un gol faltando un minuto cuando iban cero a cero.

A la flaca dos cuartas de cogote y una percha en el escote, bajo la nuez,

A la que me dejó un mes sin fumar,

Al guerrero, y a la noble viuda del guerrero.

A Stavisky, a don Bosco y la Mignon,

Don Chicho y Napoleón, Carnera y San Martín.

A José, el de la quimera, a Marcial que aún cree y espera

Y al flaco Abel que se nos fue, pero que aún nos guía.

A Armando Duval y a Margarita Gauthier,

Al chiquilín de Bachín y al loco de Vieytes.

A las minas seguidoras

Y a los hombres bien derechos que tallan tras cartón,

A los que al truco contestan: quiero.

Al que tiene el dolor de bestia perdida, que quiere huir del puñal

Y a la que quiere un novio, que sea milonguero, guapo y compadrón.

Al que ni el tiro del final le va a salir,

A María que volverá otra mañana por las calles del ayer,

Y a Esthercita, la pebeta más linda ´e Chiclana.

A Gricel, y a los que tienen el corazón hecho pedazos,

A la que transformó en horror mis horas mansas

Y a la percanta que me amuró en lo mejor de mi vida.

A la que no tiene pa´ ponerse, ni zapatos ni vestido,

A la piba del barrio Cafferata que está esperando que pase el muchacho aquel,

A la que quiero ver una vez más y extasiarme en el mirar de sus pupilas.

A las que en los bailes de Laura peleaban,

A Josefina, que en la milonga la iba de fina.

Al que tiene heridas que no cierran y sangran todavía,

A la que me aconseja que la olvide porque todo ha muerto entre los dos.

A Rosicler, con el primer rayo del día,

A la que alcé como un tomate y lo creí una flor.

A la que le derramé una gota de vinagre sobre todas sus heridas,

Y les digo, si me lo permiten, les digo:

Que quiero aquí, al lado mío, minga de avión en Medellín

Al que Dios nos mandó sin duplicado, único, irrepetible...

Añoso, con el cabello canoso, pero tenerlo... tenerlo...

 

Letra : Dr. Vicente Luis Cuñado

 

Grabado en recitado por Ernesto Renzi.

 

(colaboración enviada por su autor, el amigo Vicente Luis Cuñado. 06-2002)

 

 

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