A IRINEO LEGUISAMO

(poema)

 

 

Serio, tranquilo y callado

Seguro de su valer,

Cuando le toca perder

Lo mismo que si ha ganado,

Tiene ese gesto grabado

Que el que lo quiera imitar,

Debe volver a calcar

¡A Irineo Leguisamo!...

 

Que silbe la popular...

Ya lo tiene acostumbrado,

Si de sobra ha calculado

De que lo van a jugar...

Y al desfilar, sin mirar

Afirmado en los estribos,

Parece que los silbidos

Lo vienen a acariciar...

 

Por culpa de él, ¡Ha perdido!...

Si usted, lo iba a jugar...

Justo, lo va a dejar

Cuando siempre lo ha seguido...

Leguisamo, ¡El enemigo!...

Leguisamo, ¡El candidato!...

¡Terror de fijas y datos

que nos dicen al oído!...

 

Su figura es atracción

En las tardes de carreras,

Carrerista no es cualquiera

Hay que tener corazón...

¿Puede haber más emoción

que se compare en grandeza,

cuando él, por la cabeza

te salve de un metejón?...

 

Ya estamos acostumbrados

A verle como, impasible,

Pone un número imposible

En dos saltos calculados...

Y ante el aplauso cerrado

Que saluda su regreso,

Viene mirando a lo lejos

Como ausente o preocupado...

 

¿Qué pena tiene el maestro

que no le arranca la gloria?...

Porque su vida, su historia

Y su dolor... ¡Es el nuestro!...

Cuando un hombre como éstos

Llega a la altura de él,

Es nuestro, como Gardel:

¡Lo digo, porque lo siento!...

 

Te queremos, Leguisamo

Lo ves esta noche aquí,

Y al regreso del Brasil...

¿No fue el pueblo soberano

que se rompía las manos

aplaudiendo tu maestría?

¡Es tuya la tierra mía

y nosotros, tus hermanos!...

 

Por eso me juego el resto

Si tu estatua han levantado,

Con aplausos, nuestras manos,

Con asombro, nuestros gestos,

Soy poeta y traje en versos

Lo que te quise cantar...

¡Que Dios bendiga tu hogar!

¡Maestro de los maestros...!

 

Letra : Héctor Gagliardi

Música : ---

 

 

(colaboración enviada desde Colombia por el amigo Sergio Bravo Uribe. 04-2012)

 

 

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