AQUELLA CANTINA DE
(1926)
Brillando en las noches del puerto desierto
Como un viejo faro, la cantina está,
Llamando a las almas que no tienen puerto
Porque han olvidado la ruta del mar.
Como el mar, el humo de niebla las viste
Y envuelta en la gama doliente del gris,
Parece una tela muy rara y muy triste
Que hubiera pintado Quinquela Martín.
Rubias mujeres de ojos de estepa
Lobos noruegos de piel azul,
Negros grumetes de
Hombres de cobre de Singapur.
Todas las pobres barcas sin rumbo
Que hacia las playas arroja el mar,
Bajo los cuatro vientos del mundo
Y en la tormenta de una jazz-band.
Pero hay en las noches de aquella cantina
Como un pincelazo de azul en el gris,
La alegre figura de una ragazzina
Más brava y ardiente que el ron y que el gin.
Más brava cien veces que el mar y que el viento
Porque en toda ella como un fuego son,
El vino de Capri y el sol de Sorrento
Que quema en sus ojos y embriaga en su voz.
Cuando al doliente compás de un tango
La ragazzina suele cantar,
Sacude el alma de la cantina
Como una torva racha de mar.
Y es porque saben aquellos lobos
Que hay en el fondo de su canción,
Todo el peligro de las borrascas
Para la nave del corazón.
Letra : José González Castillo
Música : Cátulo Castillo (Ovidio Cátulo González Castillo)
Grabado por Carlos Gardel con guitarras.
(sello Odeón N° 18.192, el 30-11-1926)
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