CHIMENTOS   (II)

 

 

 

Él fue el muchacho tristón y amoroso

Ella la mina que mucho lo amó,

Porque se amaban vivieron dichosos

Hasta que un día el destino cambió.

Los malos celos mordiéronle el alma

En los chimentos del mundo creyó,

Y desde entonces murieron las calmas

Y con el cuchillo su pena limpió.

 

Y desde ese día, tienen más tristeza

Las arrabaleras noches suburbanas,

Pues falta en el barrio la muerta belleza,

De aquella dulce pareja que un día

En la tragedia su vida terminó.

 

Y aquel muchacho que tanto la amaba

En el dolor de la negra prisión,

Sueña en la mina que un día matara

Cuando el destino su ruta cambió,

Y cuando cae la tarde muriente

Y hasta las rejas no llega ya el sol,

Se oye una queja tristona y doliente

Que llena las celdas de santa emoción.

 

Letra : Raúl A. Manzione

Música : José C. Marco

 

 

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