¡QUÉ HACÉS, REVOLUCIÓN…!
No te des dique de revolucionario
Que en el Congreso largaste tantos tiros,
Ese “boleto” pasalo a tus
amigos
Sos un careta, pero un careta
otario.
Te queda grande pasar vos a la historia
Va a serte fácil “pasar” a una prisión,
Marchá derecho, caudillo zanagoria
Y cada “bando” leélo bien con
atención.
Qué hacés, Revolución, ponete a laburar
Que en la repartición no es tan fácil ligar,
Tu dique te falló a fuerza de engrupir
Pero ya se acabó y es tarde pa´
fingir.
Medalla de cartón te van a regalar
Porque bien se te ve que sos un
Arlequín,
Oliendo a Comité con triste pinta de grupín.
Buscá laburo sin esperar el “puesto”
Y al encargado palmale con
fijeza,
Que en el gobierno privado de tu pieza
Otro inquilino te va a dejar “depuesto”.
Tenés la pinta igual ayer que ahora
De postulante perpetuo sin más fe,
De aquellas tardes allá en la amansadora
Y aquellas noches de chacota y Comité.
¡Qué hacés, Revolución...!, en
vez de macanear
Andá a tomar la lección, allá en la popular,
Preparate con fe, no sigas “emburrao”
Podés cachar tal vez un puesto ´e Diputao.
Qué hacés, Revolución, gilito
fracasado
Hacés un papelón, ya estás catalogao,
Podés hacerte ver cuando haya que votar
Andá a cachar carteles que sos
bueno... pa´ pegar.
Letra :
Isidoro Juan Dávila
Música :
Francisco Tróppoli
Este tango y la referencia, están extractados del libro “Barrios de Tango” del
historiador e investigador rosarino
don Héctor Nicolás
Zinni. Editor Pirovano,
1997.
El 6 de setiembre de 1930 cae el gobierno de Yrigoyen. Asume Uriburu.
Francisco García Jiménez escribe un tango: “Viva
El presente tango está escrito con el mismo motivo.
En la
portada de la partitura editada por Julio Korn, un dibujo
firmado por “Gabriel”, pinta
la escena donde un hombre de pueblo,
con gorra, pañuelo al cuello, saco, pantalón y alpargatas,
observa el paso
de un “nene bien” vestido a la moda, con sombrerito claro, camisa a rayas, moñito, traje, sobretodo
y lleva una
escopeta en su mano izquierda, tomada de la
correa, a modo de bolso de mano. De fondo
el Palacio del
Congreso de
A pesar de la portada, quien recibe los consejos
y la reprimenda es el hombre de la
gorra, o sea
el que se jugó por el gobierno yrigoyenista.