ACUNANDO A ELADIA

 

 

 

 

Ella siguió cantando con los dedos

Buscando un tango más, sin despedidas,

Que nadie le creyó, de tan absurdas

Y menos la ciudad, desprevenida.

 

Ella guardó, prolija, sus intentos

De ser lo que decía en su poesía,

Doblado su disfraz de mina dura

Con lágrimas en vez de naftalina.

 

Y esta vez sí

Fue largo el piolín.

Lo hilaron los años,

Lo desmadejaron

Las manos de árbol,

Del barrio de infancia

Que de madrugada

La quiso acunar.

 

Qué lluvia hizo lo suyo con la llama

De su cabeza ardiendo de paciencia,

De qué color de adiós se habrá apagado

Su pelo de bandera nunca tregua.

 

La musa de su vida, Buenos Aires

Qué sorda se ha quedado sin sus letras,

Y ahora quién nos dice cómo es esto

De atarle un moño rojo a la conciencia.

 

Ella mareó la rosa de los vientos:

La flecha con la S apunta arriba,

Clavada al corazón y a su ternura

Se va a fundar un sol con su sonrisa.

 

Ella esperó sentada su momento...

 

Letra : Bibí Albert  (María Elisa Albert)

Música : Héctor Dengis  (Héctor Eduardo Dengis)

 

 

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